El dinero mueve el mundo; quien no tenga esto claro no
entiende nada.
El dinero, el
capital, podría combatir a la extrema izquierda, pero en general no le
interesa, son sus tontos útiles.
Existe una
confluencia de intereses entre el capital y la extrema izquierda. Al capital le
interesan unas masas subvencionadas e idiotizadas y la destrucción de las
clases medias. La extrema izquierda contribuye a ello. Los postulados del clima
climático, el pensamiento woke, el buenismo ante la inmigración ilegal, la
tolerancia hacia el islam, el globalismo, son postulados abrazados por ambos
supuestos antagonistas.
Si nos vamos a lo
concreto, el IBEX podría hacer caer al gobierno golpista de Sánchez cuando
quisiera, pero no le interesa. El capital español quiere dejar pasar las cosas
y no meterse en líos, le interesa la destrucción de las clases medias y los
pequeños emprendedores, prefiere legiones de gente idiotizada y “feliz” con las
míseras subvenciones necesarias para que la masa no acabe de pasar hambre y se
rebele.
Si bajamos más
todavía a lo concreto, vemos a la Sra. Botín abrazando las posiciones del
pensamiento woke, del feminismo de última generación, del clima climático. No
es casualidad. Los gobiernos de ultra izquierda como el de Sánchez echarán
espumarajos por la boca contra la banca y le pondrá impuestos abusivos que
acabará pagando el cliente, pero es todo fachada; ambas partes cumplen su papel
y nada cambia.
El único peligro para
este orden perfecto es lo que el sistema se empeña en llamar “ultraderecha”.
Los que están contra el pensamiento woke, contra el feminismo de fachada sólo
válido para occidente, contra el fanatismo de la religión climática, contra los
sistemas subvencionados, contra el globalismo, contra la inmigración ilegal,
contra el sistema liberticida que supone el islam, son estigmatizados y
calificados como “ultraderecha”.
Por esto se combate a
la llamada ultraderecha por tierra, mar y aire y por eso confluyen los grandes
intereses del capital mundial y la ultra izquierda.
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